3.4.06

iii- acerca de un error de ubicación

Yo no sé por qué, vulgarmente, se le adjudica al corazón la facultad de sentir los efectos del enamoramiento, cuando cualquiera que se haya enamorado, al menos una vez y como Dios manda, sabe perfectamente que el amor no se siente en el corazón, sino en el estómago.